Sotto il cielo di un'estate italiana. Diario letrado de una densa semana en Sicilia.


Ángel Repáraz



26 de junio de 2018, martes

No duermo un solo minuto por causa del madrugón que esta vez impone el vuelo; para ponerlo mejor, unos vecinos jacarandosos estuvieron cantando tonadas caribeñas hasta la 1:00, por lo menos. El vuelo sin dificultad, pero en la aproximación del aparato a Catania se producen intensas sacudidas (yo voy detrás). Me asalta el pensamiento de que el piloto quizá cuente ya con un cinematográfico 'aterriza como puedas' por cuanto que las tres tentativas de tomar tierra son frustradas por 'las condiciones metereológicas', nos dicen, léase vientos que, huracanados o no, someten a prueba a nuestro sistema nervioso. Así las cosas, el capitán determina aterrizar en Palermo, lo que se lleva a cabo sin más problema. Hay sol a chorros en el aeropuerto de la capital y unos autobuses que nos llevan de regreso a Catania, parcialmente por el interior de la isla. Una señora de nuestro grupo hace en el aeropuerto una foto imprudente con el móvil, que provoca en la empleada concernida una reacción de visceralidad del viejo neorrealismo de los '50, con aullidos, amenazas de llamar a la policía, etc. Recuerdo luego que probablemente por colinas peladas como estas -como mucho con manchas de monte bajo aquí y allá- intercambiaron golpes mortíferos durante más de tres siglos cartagineses y las polis griegas en las llamadas guerras greco-púnicas, a cuyo término los cartagineses se establecieron firmemente en el Oeste de la isla para permanecer allá hasta el final de la segunda guerra púnica, esta vez ya contra los romanos. Ahora bien, para entonces las polis griegas se habían aliado con Cartago, una estrategia que no da resultado frente a Roma, que se va haciendo con el control completo de la isla; la toma de Siracusa es del año 212 a. C., pese al talento inventivo de Arquímedes. Como quiera, los accatoni que encontramos a la puerta de los urinarios en nuestra parada en la autopista son de un Buñuel anterior a Buñuel. Una pintada allí mismo proclama una voluntad loable: GIURO CHE NON BEVO PIÙ. Observo que las localidades del litoral norte que vemos de lejos tienen abundantes construcciones de pisos de tipo urbano, para el alquiler veraniego, supongo. Hay ovejas y vacas, pero no da la sensación de que haya mucho pasto. De Catania nuestro autobús continúa a Riposto a través de una carretera más bien miserable, a cuyos flancos emergen característicos pueblos del Sur, que podrían ser andaluces. Un sol como gallego, o portugués, aparece y desaparece cuando atravesamos unos pueblecitos a la orilla de los estuarios que ha ido cincelando el Jónico.


27 de junio, miércoles

Salimos pronto en dirección a Catania y el Etna. Alquerías, casas de labranza antiguas, chumberas anegadas por el sol: el Sur, el Sur. Por aquí también deambuló Platón interesándose por las erupciones del volcán. Y exactamente el 3 de mayo de 1787 -registro del diario- el viajero Goethe está también en Catania preguntando sobre la forma de ascender al mismo. Lo que lleva a cabo con mulas alquiladas y con Kneip, su acompañante, y provisto de sombrero y capa, hasta el Monte Rosso, “en un estado de ánimo poético”, registra. Así que al mayor volcán activo de Europa lo tenemos justo enfrente, cubierta su cima por densa nebbia. Luego, en Catania, están la casa natal de Bellini y el elefante como emblema de la ciudad; hubo elefantes, y todavía en tiempos históricos, de una singularísima raza enana, ya mencionada por Tucídides. Garibaldi, por su parte, es ubicuo en las lápidas junto a los muchos balcones desde los que arengaba a los entonces tendencialmente italianos: O patria o morte no es invento de los cubanos, por lo que parece. La fachada 'aérea' de la colegiata sorprende mucho al que la ve por primera vez; del siglo XVIII es el Siculorum Gymnasium, un instituto de enseñanza media. En el patio de la Università degli Studi hay un inmemorial impluvium. El mausoleo del músico citado está en la catedral de Santa Águeda, y hay restos visibles en las paredes maestras de arcos ojivales árabes. En la plaza del Ayuntamiento el elefante sigue paciente con el obelisco a las espaldas. No hay rostros estúpidos prácticamente entre los italianos, ha dejado escrito Josep Pla, y uno puede adverarlo entre el torrente de caras que le vienen de frente. En el mercado, nada caótico en su bullicio, se ofrecen mejillones y carne abundante, y hasta los gritos de los vendedores parecen admisibles por codificados. En las estribaciones del Etna aparcamos justo en el punto del que parten los funiculares, que alcanzan las fumarolas de los 2.500 m.; de donde prudentemente, y poco goethianos, no pasamos. En el camino a Taormina después comemos de camino. La ciudad, que ahora danza frente a nosotros en una tórrida fata morgana, es algo así como la pariente pobre de Montecarlo o Portofino, cuenta la guía. Y fue recuperada por los españoles después de los tumultos de 1675, poco antes de que Luis XIV ordenara la retirada de la isla de las tropas francesas, leo yo. Ahora la Via Teatro Greco nos lleva al elevadísimo teatro greco-romano, de imponente seducción escenográfica; es todavía la hora vertical del sol, y al fondo el mar es un inmenso paño de raso azul con sus líneas de sutura. Un guía noruego se azacanea con sus compatriotas entre los cipreses que protegen el hotel Timeo, desde hace años punto de concentración de actores y actrices, registi y demás fauna del cine, nos dicen. Se nota mucho en los precios, muy de clientela viscontiana. También por aquí encuentro los encantadores anuncios 'retro' de la cerveza Moretti.


28 de junio, jueves

De 1908 es el terremoto de Messina (pero Goethe en 1787 ve la ciudad absolutamente en ruinas por el terremoto de 3 años antes). Atravesamos algo así como un mar de sol en nuestra aproximación gradual a Messina, la vieja ciudad-Estado tan vinculada a la corona de España. Que albergaba en el monasterio de S. Salvador una escuela de griego de fama internacional ya a finales del XV. Vamos viendo sucesiva o simultáneamente las islas de Lipari, Vulcano, Stromboli (habitadas las tres). Aprendo dos sugestivas palabras italianas, que los de Bilbao harían bien en adaptar (previa euskaldunización, bien entendido): aperipranzo y apericena. En Cefalú visitamos un lavadero medieval compuesto como por tumbas de agua. Entramos a la catedral, contigua a la cual está un vetusto Seminarium Episcopale que no parece distinguido por su actividad. Las callejas de Cefalú son luego de estricta demencia, con motos y coches que desplazan arquímedeamente a su paso a todo peatón viviente. Adivino lo que hay al fondo de las múltiples terrazze sul mare. En hora y pico estamos en Palermo, en un hotel excelente. Palermo: aquí en los años 30 del XIX, y no era el único, se publicaba un Giornale di Scienze, Lettere e Arti per la Sicilia, y a principios de los 40 se dota la primera cátedra de estética de Sicilia. Pero ya en 1821 en el palermitano Il Telegrafo di Sicilia, giornale politico, di letteratura e di commercio, de Palermo, hay quien publica unas “Reflexiones sobre una opinión de Winkelmann”, me informa Campione. Palermo: por estas calles hace no tanto que ha paseado Giuseppe Tomasi di Lampedura -en sus idas y venidas de las librerías-, autor de una única y bien conocida novela (póstuma): Il gatopardo. ¿Estamos ante el 'Mezzogiorno deprimido' de las viejas hablas? No lo he visto, pero parece que existe. En Il Manifesto del 27.06. leo que el Istat confirma el récord de pobres en Italia: más de 5 millones -hablamos de 'pobreza absoluta'-, el 8.4% de la población. Y la indigencia ha crecido sobre todo en el Sur (lo llevan peor todavía los extranjeros residentes, que al parecer serán excluidos -'Prima gli italiani', clara traducción del nauseabundo 'America first'- del llamado reddito di cittadinanza que el gobierno pretende instituir). Por lo demás y siempre según los periódicos que compro, Elke König, a la cabeza del SRB -Single Resolution Board, una agencia independiente de la Unión Europea que se ocupa de las crisis bancarias en la zona euro-, es terminante: “Italia está bien, pero los bancos deben hacer más sobre los créditos deteriorados”. Paralelamente la batalla xenófoba contra los auténticos deteriorados cosecha nuevos triunfos: el Lifeline, de una ONG alemana -y con 234 inmigrantes a bordo-, no recibe permiso para entrar en aguas territoriales italianas. Y la Guardia Costiera parece que tiene órdenes de no responder a los SOS de las naves con inmigrantes. La Italia de Matteo Salvini: los más desalmados entre los imbéciles están ya con un 30% de votos según los sondeos. El Financial Times, por cierto, lo considera una amenaza para la Unión Europea quizá mayor que Donald Trump.


29 de junio, viernes

En Palermo tenemos un sol absoluto desde pronto. ¿Tenía un sol así el 2 de abril de 1781 un viajero que ya estaba en la ciudad y que se llamaba Johann Wolfgang Goethe? (El von de la nobilización vendría después). Lo que sí sabemos es que pasará horas dichosas en el jardín público de la ciudad y que allí se dirigía para continuar sus “sueños poéticos”. Y justamente allí le llegó como una descarga eléctrica desde lo alto la intuición evolucionista de la planta originaria de todas, la Urpflanze: “¡Es forzoso que exista!” También sabe presentar sus respetos al virrey español: una vida de facilidades. El monte Pellegrino, que tenemos enfrente, es sagrado para la ciudad, nos dice la guía, como Santa Rosalía, su patrona. Olas de motos, dice después en un atinado español. El edificio de Correos, de la época de Mussolini, es, claro, monumental, sobrio, neoclásico; el Teatro Massimo es el tercero de Europa en aforo. Corso Vittorio Emanuele; por esta zona se había instalado una colonia púnica el s. VIII a. de C. Luego la original Plaza de las Cuatro Esquinas, sobrecargada de barroquismo, valga el pleonasmo. El Ayuntamiento, iglesias normandas, el barrio de la Giudecca: la judería. El Palacio Real y su Capilla Palatina, para Maupassant la más bella existente en todo el mundo. Una escalera de verdadera majestad nos sitúa ante el cortile interior, la contribución del duque de Maqueda, Bernardino de Cárdenas y Portugal, virrey de Sicilia. Es una estructura de tres logias con el orden intermedio más elevado, lo que origina un conjunto más aéreo y menos serio que nuestros claustros, más uniformes. Durante la dominación musulmana Palermo, sigue escandiendo la nueva guía, tenía 300 mezquitas y cuatro idiomas suficientemente oficiales: árabe, latín, hebreo y griego. En el continuado carrusel visual entran ahora mosaicos polícromos, columnas de pórfido, el árbol de la vida en un friso. La espléndida catedral después, remodelada como neogótica en el XIX. Bajo inmaculado mármol blanco de Carrara están aquí sepultos los reyes alemanes y los normandos (pero hay que pagar). Las mafias locales asesinaron no hace tanto a un sacerdote cuya tumba en la catedral nos muestran mientras atruena el órgano. Fuera, el exoesqueleto de la catedral se presenta en buen estado de revista, y la embellece una especie de reloj astronómico. El campanario irreal de los teatinos, la Piazza Bellini la Discesa dei Giudici, espacios amplios, viviendas desconchadas: materiales para una imaginaria novela de Italo Calvino. Comemos en la Cova dei beati Paoli (luego consulto Internet y veo que I beati Paoli es título de una novela histórica siciliana de un tal Natoli y de principio del XX). Vamos luego a Monreale, ciudad normanda de 30.000 habitantes en la actualidad; el sol nos azota ahora un poco más. Su catedral -de 1172-, con su logia y su pórtico, alberga un crucero donde nos aguardan las sepulturas de los dos Guillermos, I y II, del linaje Plantagenet. Por paredes y techos dicen su verdad frescos con motivos del Nuevo Testamento en una iglesia que estilísticamente me parece muy próxima a San Marcos de Venecia. Advierto que se están haciendo los preparativos para una boda. Y salimos por la Puerta del Paraíso; fuera está el elegante Arco degli Angeli. El claustro es del siglo XII, el mejor conservado de la isla, con 128 columnas y todos los capiteles distintos. En su diario nos cuenta Goethe que ha venido hasta aquí en coche -”paisajes de extraordinaria belleza”- y ha visitado el monasterio de San Martín, donde los monjes le hacen los honores con una excelente comida para él y para Kneip, con el abad incorporado a la sobremesa. El autobús de vuelta nos deja en el Teatro Massimo de Palermo. Y por la Via Maqueda fantaseo un poco con esas tiendas oscuras y algo misteriosas donde Goethe hacía consultas sobre mineralogía con pulidores de piedras. Por lo demás, encontraba que el aceite, el vino y el pescado de Palermo, y de toda la isla, eran excelentes.


30 de junio, sábado

Cuando me levanto a las 7:00 un sol de gloria había tomado posiciones. Visitamos Erice, su Castello de Venere, la concentrada Piazza della Loggia, y me sorprende una iglesia del XVI que ha sido reutilizada como Centro di Ricerca Scientifica 'Ettore Majorana', el brillante físico atómico cuya desaparición con 31 años tan bien historió Sciascia. Al salir de S. Giuliano en el sol blanco se eleva una poderosa torre mocha. MISERICOREDES SICUT PATER es la invitación que nos dirige el papa Francisco en unos folletos del interior de la iglesia. Damos con el inexcusable balcón garibaldino, con fecha esta vez del 18.VIII.1862. Comemos en Erice para dirigirnos luego al Valle de los Templos, cercano a Agrigento. Aquí ya a fines del s. VI a. C. Akragas empieza a emitir monedas de oro, plata o bronce; su fundación se había producido en el 580 a. C. con el asentamiento de colonos rodio-cretenses. Y entre finales del s. VI y finales del s. V se construyen unos diez templos, fenómeno que, exceptuada Atenas, no tiene igual en todo el mundo griego, nos dice el guía. Durante el período democrático-oligárquico florecen grandes artistas, filósofos, poetas, etc., el ecléctico Empédocles entre ellos. La Rupe Atenea, muy apta para la defensa, constituyó la acrópolis de la ciudad, como testimonia Polibio. Un poco más tarde, en 1943, la ofensiva de Patton arrolló lo que se le ponía delante, apoyada como estaba por grandes concentraciones de artillería, aviación y blindados; de las primeras localidades en caer fue Porto Empedocle. Pero en Agrigento los americanos se encontraron con algo inesperado: las tropas de élite de los aguerridos 'Bersaglieri' italianos, que los rechazaron en varias ocasiones. Por fin el 22 de julio el VII Ejército norteamericano toma el puerto de Palermo. Vincenzo, que no puede ser más parecido a un pastor, es aquí nuestro informador. El templo de la Concordia es el mejor conservado, a pesar de las destrucciones de los cristianos; el de Junón se ufana de un olivo milenario a su vera. La piedra de todos ellos es caliza, es decir, porosa; lo vio ya Goethe: “piedra caliza conchífera”. Todo fue construido por esclavos y con mañosa utilización de planos inclinados, poleas y cuerdas de cáñamo. Una necrópolis paleocristiana, catacumbas tardías, mausoleos: todo lo vemos, todo lo vio Goethe con arrobo, teleguiado, como confiesa, por “la enseñanza de un gran maestro, Winckelmann”, su permanente auxilio en la isla. Vemos algunos ejemplares de la capra girgantea, autóctona y con inusuales cuernos como muelles (pero da poca lecha, señala Vincenzo). Próximo a la Via sacra, el templo dórico es el mayor de todos -'como un campo de fútbol'-, pero solo quedan las ruinas, y pocas. Me intrigan los telamones, toscas y colosales estatuas de enorme impacto visual, que debían expresar la potencia de una Akragas que había vencido a los cartagineses como Zeus a los gigantes. En el hotel en Porto Empedocle nos recibe una boda, que luego no es tal, con música abundante. Cenamos con el muñidor del karaoke al lado, y practicamos un poco de antropología cultural observando la despedida de soltero, que parece que al fin era eso.


1 de julio, domingo

A las 7:00 se instala un estimulante sol de verano en mi balcón del hotel en Porto Empedocle, con el Jónico que ahora cabrillea al fondo; están recogiendo las mesas y sillas en torno a la piscina de la fiesta de ayer. Me baila en la cabeza la magia de los nombres que fulgen como gemas en las páginas del viejo Tucídides, de Polibio: Siracusa, Gela, Naxos, Selinunte. Salimos por carreteras comarcales; por doquier piedra toba, oigo. En Ragusa la Piazza del Duomo -neoclásico por dentro- y un antiguo portal de San Jorge del XV levantan el ánimo a cualquiera. Bajamos, subimos, volvemos a bajar escaleras sin que el calor esté dispuesto a abandonarnos. Comemos allí, en un local espléndido. Noto viene después, con su larguísima calle de iglesias y palazzi, todo como pulverizada por un azufre canicular blanco. Volvemos a Siracusa. Damos un paseo después de la cena a la isla que tan bien conoció Platón, más allá de los puentes.


2 de julio, lunes

En el palacio siracusano del tirano Dionisio el Viejo, “un soldado inteligente y brutal” (A. Tovar), Platón tiene que haber tomado noticia de las formas religiosas mistéricas de la isla, las que hacían del cuerpo una tumba del alma. Antes que nada había quedado prendado en su primera visita del joven Dión, cuyas dotes le impresionaron duraderamente, nos dice en la 7ª carta. Son dos viajes los que hizo aquí desde Atenas: y en ambos las cosas se le complicaron. De Dión, envuelto en una insurrección palaciega y asesinado en 353 a. de C., nos ha dejado un acorde elegíaco:


[…]

Descansa en tu espaciosa ciudad patria con honor entre tus [conciudadanos,

oh Dión, que enloqueciste de amor mi alma.


A partir de 264 los romanos intervienen en Sicilia contra los cartagineses y se establecen por algún tiempo en Siracusa, su aliada; los cartagineses no tardarán en volver a tomarla y en destruirla. Cicerón más tarde hará encomio de la ciudad como la más grande y bella de toda la Magna Grecia. Durante la II Guerra Mundial -julio de 1943- los americanos desencadenan un fortísimo bombardeo sobre Siracusa, Catania, Caltanissetta, etc., que deja innumerables civiles muertos. Claro está que los esos mismos estadounidenses habían previsoramente contratado los servicios de miembros de la mafia, que les ayudaron a ocultar a agentes y a distribuir propaganda antibelicista; todo ello con alguna contrapartida ulterior, me malicio. Pero algunas unidades italianas eran de gran eficacia técnica; así, la división de montaña 'Livorno', que lanzó una ofensiva de carros de combate e hizo numerosos prisioneros americanos (en Gela se produjo el parón). Muy activa fue también la división acorazada de las SS 'Hermann Göring', contra cuyos tanques 'Tiger' poco podían las bazookas americanas. A mí me invisten con un sombrero de 10 euros para visitar el teatro de Siracusa, que tenía un aforo, nada fácil de creer, de 18.000 espectadores perfectamente preparados para la esperada kathársis; Esquilo permaneció aquí un año aquí y fue hecho ciudadano honorario. Y algo atroz: los prisioneros de guerra atenienses fueron sometidos a trabajos forzados en la latomía, que era tanto cárcel como cantera; también de ello informa Tucídides. Porque en los años 30 de la cuarta centuria a. de C. Siracusa se había coaligado con Esparta contra Atenas, a la que doblegan. Y 7.000 prisioneros atenienses serán inhumanamente encerrados aquí y no conocerán la alternancia del día y la noche. Impresiona la altísima cavidad horadada de L'orecchio di Dionisio, que aquí es más 'canal auditivo' que 'oreja'; fue Caravaggio, al parecer, el primero en llamarlo así. ¿Y si el platónico mito platónico de la caverna procediera justamente de aquí? El contiguo altar de Hierón -Ierone-, nos dicen, era el más grande del mundo griego. Al final, el programa incluye una visita al Santuario de la Virgen de las Lágrimas, una fantasmagoría que se nos expone desde una perspectiva perfectamente emic y católica. Por la tarde, y pronto, a Ortigia, el centro histórico primero. Todavía se yerguen altivos los restos del templo de Apolo, del s. VI a. de C. y con columnas robustísimas -las que quedan-; transformado en mezquita después, luego lo fue otra vez en iglesia con los normandos. (Y otra vez veo al mendigo alemán de Taormina, en idéntica posición sedente). Por el corso Matteotti los edificios son modernistas, liberty aquí. El trazado urbano primitivo de los griegos se mantiene en la ciudad actual: la Calle de los Cordeleros, de los Fabricantes de Velas, Piazza di Arquímedes. La catedral, asimismo un antiguo templo griego -dedicado a Atenea-, es de una plena solidez. Luego fue fortaleza normanda, y de esa época es la crestería exterior; los palazzi vecinos de la vetustísima nobleza se cuecen al sol intemporal. Santa Lucía era siracusana, y se nos da noticia de su martirio; al final sus restos acabaron en Venecia. Sin dejar de lado a San Pablo, que permaneció aquí tres días en sus periplos proselitistas; en los altos de la nave central leemos: Ecclesia Syracusana prima divi Petri filia et prima post Antiochianam Christo dicata. Al salir, pasamos por el punto exacto donde un tal Mario Adorno y su hijo recibieron la descarga del fusilamiento un día de agosto de 1837: ¿ancestros de la madre palermitana de Theodor Wiesengrund Adorno? La fuente de Aretusa, ya en los dominios del puerto, es de agua dulce, con patos y peces, y en ella crece excepcionalmente el papiro. La excursión por el puerto en un catamarán resulta fabulosa. En el camino de vuelta de nuevo las grandes plazas, la via Roma, todo un poco veneciano. Por la noche conecto la televisión, y se me ocurre que el relato de alta toxicidad sobre sí mismo que se impuso a este país en los días de Berlusconi ha dejado profunda huella. En la prensa alguno de los excelentes articulistas que descubro se pregunta con algo de tremendismo si no será que “una Europa prisionera de sus egoísmos” está regalando a las derechas nacional-populistas la soga con que será ahorcada.


3 de julio, martes

Una humanidad antigua la de la isla, por tanto; por el área de Trápani hay evidencias arqueológicas paleolíticos, y los sicanos han desarrollado una atendible cultura neolítica en el III milenio a. de C. Llama la atención, y ya ha sido señalado repetidamente, que en Sicilia, invadida y sometida reiteradamente por invasores muy varios, nunca se ha interrumpido la continuidad urbana de sus centros principales. Estudios de registro genético han confirmado por lo demás la presencia de ancestros de casi toda la cuenca mediterránea -fenicios, iberos, egipcios- entre los habitantes actuales de la isla. En fin, hay que volver, y otra vez tendré el difícil sueño cuando hay que levantarse muy pronto. Desde el autobús que nos lleva al aeropuerto tenemos a la derecha un enorme cementerio aliado. El viaje en el avión de regreso resulta grato, si abstraemos de la monodia rabiosa de dos incómodos bebés. En el aeropuerto de Barajas se disuelve con naturalidad el denso compadrazgo de una semana en que hemos compartido con desconocidos el comedor y los distintos itinerarios sotto il cielo / di un'estate italiana.


Material consultado

Campione, Francesco Paolo, “La nascita dell'estetica in Sicilia”. Palermo: Universitá degli Studi, 2006 (y en la Red).

Caro Baroja, Julio, “Historia de las revoluciones de Messina”. En: Fragmentos italianos. Madrid: Istmo, 1992.

Falcone, Rosaria y Romilda Nicotra, Agrigento e la Valle dei Templi. Messina: Edizioni Affinità Elettive, 1999.

Goethe, Johann Wolfgang von, “Sizilien”. En: Italienische Reise. Frankfurt: Insel, 1968.

Il Corriere della Sera del 27.06.2018.

Il Manifesto del 27.06.

La Repubblica del 29.06. y del 3.07.

Marías, Javier, “Giuseppe Tomasi di Lampedura en clase”. En: Vidas escritas. Madrid: Suma de Letras, 2002.

Sciascia, Leonardo, Los tíos de Sicilia. Barcelona: Planeta 1997 (1958).

Tovar, Antonio, Un libro sobre Platón. Madrid: Espasa- Calpe, 1976 (1956).

Tucídides, Libro VI de Historia de la Guerra del Peloponeso, Madrid: Alianza, 2014.








Madrid, 25 de julio de 2018