Marilyn Monroe como autora de poemas: ¿una estrella nova, una enana blanca? Sobre sus Fragmentos. Barcelona: Seix-Barral, 2010.
Ángel Repáraz
Las reiteraciones fastidiosas, ya casi con entidad de lo que Coseriu en algún trabajo ha llamado el discurso repetido -'el símbolo sexual de los '50/'60', 'el icono más famoso del siglo XX', 'un juguete roto' o, ya connotando más una cierta fantasía grupal, 'el mito sexual de nuestra juventud'-, referidas a Marilyn Monroe, Norma Jeane Mortenson en el siglo (1926-1962), por lo que se ve mantienen bien lubricada una obsesión cultural (Lucy Bolton) que ha originado ya más de 300 biografías. Una razón principal del buen estado de la tramoya mitológica tiene que haber sido que su titular nunca envejeció (al morir tenía 36 años). En 1999 se produjo una revelación cuando Anna Strasberg, viuda de Lee Strasberg -fundador del Actors Studio y heredero de los efectos personales de la actriz-, descubrió en dos de las cajas del legado múltiples cuadernos de notas. Vieron la luz en 2010 como Fragments: Poems, Intimate Notes, Letters, en Farrar, Straus and Giroux, de Nueva York.
El volumen, que entre nosotros publicó Seix Barral en edición facsimilar y bilingüe el mismo año, agrupa notas y poemas, cartas, referencias a la gestión doméstica -con una receta para la preparación del pavo-, el desarrollo algo deshilachado de algunas ideas y hasta apuntes sobre sus sesiones de psicoanálisis o de sus clases de actriz. No sé bien si, como se lee alguna vez, son testimonio de una impostación contemplativa, al modo quizá como se habló de un 'Unamuno contemplativo'. Un análisis grafológico competente sí que sacaría cosas de la letra cambiante de estos apuntes, que además a menudo no conocen la cursiva. El primero de la libreta seguramente más antigua se abre así:
Alone!!!!!!!
I am alone I am always
alone
no matter what.
Para Gadamer en el análisis de un poema “no es necesario conocer detalles personales ni estar al día. Incluso si se sabe algo de ello hay que apartarlo del poema y pensar solo lo que el poema sabe.” Como aproximación metódica no es lo que se dice nueva; pero si así fuera, entonces el si duo idem faciunt non est idem quedaría de la misma invalidado. Singularmente en un caso como este, en que la factura de una infancia de abandono, las huellas del abuso sexual repetido, el horror de alguna experiencia psiquiátrica, los abundantes abortos -espontáneos o inducidos por otros/as- o el nunca lejano espectro de la demencia familiar, presente sobre todo en sus últimos años de la autora, tienen casi más de hegelianas determinaciones del ser que de “detalles personales”. Los poemas como tales -la discriminación no es fácil- muestran signos de haber sido revisados y presentan correcciones e inserciones; Monroe tuvo probablemente alguna ayuda en tales revisiones puesto que conocía a unos cuantos buenos escritores de su tiempo, incluyendo a Arthur Miller, su último marido (Truman Capote, Carson McCullers, Dylan Thomas o Saul Bellow, y a Karen Blixen la invitó a su casa de Nyack/Nueva York).
¿Es poesía esto?, y en caso afirmativo, ¿es buena? Las preguntas nos colocan incontinenti en el campo minado del canon y sus límites; pero dejemos quietas un rato las definiciones esencialistas. La mayor parte de las composiciones son breves y de verso libre, sin puntuación y apenas con mayúsculas (solo algunas veces utiliza la rima final, y hay algunos versos claramente rítmicos). Hay observaciones agudas sobre la vida en torno; algunos son narraciones cortas:
I could have loved you once
And even said it
But you went away;
When you came back it was too late
And love was a forgotten word.
Remember?
Recelosa siempre de los juicios severos, sabemos que solo mostró sus cuadernos a unos pocos (entre los pocos estaba también Carl Sandburg). Y si son trabajo de alguien exterior al oficio poético, su estilo, o su tono no podrá ser recusado por carencia de rendimiento expresivo. Algunas de las notas/poemas son pura Dickinson abreviada:
Help help help
I feel life coming closer
When all I want
Is to die.
¿Un haiku? La amenaza en cualquier caso procede de la gran realidad que es la vida. Jakobson ha hablado a propósito de Tesnière de términos anafóricos en un sentido amplio de remitir “a datos que van más allá del contexto del poema”; pues bien, estos poemas/anáfora estipulan una existencia igualmente amplia que se experimenta como inseguridad. Por su parte, Emily Dickinson en alguna de sus cuartetas ha sido definitiva con algo que adivinamos en la actriz:
The Province of the saved
Should be the Art -To save-
Through skill obtained in themselves -
The Science of Grave.
La ciencia de la tumba: compárese con el poema anterior de la propia Marilyn. Que en un otra anotación sin fecha ha escrito asimismo: I can't really stand Human beings sometimes […] – but I'm really too tired for it. Marilyn y la Dickinson: eso para que Byung-chul Han nos venga ahora con lo de la sociedad del cansancio.
Life -
I am of both your directions
Somehow remaining downward
the most
but strong as a cobweb in the
wind – I existe more with the cold glistening frost.
But my beaded rays have the colors I've
seen in a painting – ah life they
have cheated you
El centro de gravedad está en las dos últimas líneas: ¿y si ese engaño de que es víctima la vida está impidiendo que ella, quien escribe, viva la suya propia? Por cierto, ¿no subtiende esas mismas líneas algo así como una deidad maligna? Ella se consideraba después del matrimonio con Miller 'una judía atea'.
Fue una niña nacida en el sitio erróneo, con un origen familiar -por el lado materno, único que contaba, porque del padre nunca se supo- que la hizo de por vida candidata firme a la nominación para un desorden mental severo. Hay un bisabuelo materno suicida cuya mujer había muerto de sífilis. El hijo de ambos, abuelo de Marilyn, fue internado en un manicomio ya alcohólico y asimismo sifilítico; Della May, abuela materna, acabó también en un psiquiátrico. La madre de la actriz, Gladys Monroe, todavía adolescente quedó embarazada de Jack, hermano (de madre) de la futura Marilyn; y cuando ésta tenía 8 o 9 años Gladys fue diagnosticada de esquizofrenia paranoide. La futura actriz ha tenido una infancia de casas de acogida, con cambios frecuentes de escuela (pero hacia 1938, y aunque en general era una estudiante mediocre, tenía notas excelentes en composición escrita). Nuestro volumen contiene también listas con propósitos: ser más disciplinada, más atenta, más concentrada. Se diría que sin resultados visibles: todavía en 1961 es internada por cinco horripilantes días en el Well Cornell Medical Center de Nueva York, donde había accedido a ingresar en la inteligencia de que le esperaba una cura de reposo. Lo que le esperaba fue una celda de aislamiento y un trato demencial por parte del personal. La carta al Dr. Greenson, su psiquiatra, de pocas semanas después, debieran leerla quienes ponen en cuestión el nervio literario de esta mujer.
La Monroe ha sido lectora tenaz, o cuando menos atenta, y se formó una biblioteca personal de más de 400 volúmenes (había asistido también a clases nocturnas de la Universidad de Los Ángeles), que fueron subastados en Christie's, de Nueva York, el 28 y 29 de octubre de 1999. Si se cuentan los subastados y los que alguna vez mencionó conocer resultan unos 430: una buena cultura (explícita) de nuestro tiempo para una persona que mucho antes de la recta final iniciaba sus mañanas con un Bloody Mary, para acabar las noches con botellas de Dom Perignon. Entre sus libros estaban Aristófanes, Aristóteles (la Poética), Blake, Burns, Camus (La caída y El hombre rebelde), Chéjov, Conrad, Dickinson, Dostoievski, L. Durrell (Justine y Balthazar), Einstein, Freud (cuatro volúmenes si se cuenta la biografía de Jones), Flaubert, Joyce, Heine, García Lorca (Poeta en Nueva York en traducción), Lucrecio, Th. Mann, Platón (una introducción a su filosofía), Proust, Puschkin, Rilke, Toynbee, Twain, Whitman, Wilde o Yeats. Hay algunas sorpresas chuscas: Das Kapital aparece listado en la edición original alemana, así como De Humani Corpore Fabrica, de Vesalio. La literatura americana está bien representada; también la poesía, no solo americana. Están asimismo Russell (con tres volúmenes, uno de ellos Por qué no soy cristiano), M. Buber, Oppenheimer y Frazer.
Ingeborg Bachmann, una escritora austríaca cuya biografía acusa algunas chocantes homologías con Monroe -ambas de junio de 1926, la adicción a cierta química, los déficits crónicos en los afectos, un final no del todo claro- en 1959/60 ha sentenciado a propósito del arte en sus conferencias de Fráncfort lo que sigue: “Señoras y señores, ya no se puede hablar de un canto sagrado, de una misión, de una comunidad selecta de artistas […]”. Pero si no hay misión ya, ni himnos sagrados o poderes que faculten a sus pretendidos depositarios para ingresar en algún sacerdocio arcano, los cahiers de doléances que Monroe presentaba a la vida adquirirían curso legal...
Don't cry my doll
Don't cry
I hold you and rock you to sleep
Hush hush
I'm pretending now
I'm not your mother who died.
El poema tiene una transparencia que impone. Porque la muñeca acunada es plausiblemente ella misma, y quien habla está fingiendo ser la madre, pero no lo es, porque está muerta. ¿Quién es, entonces? Arthur Miller parece que dijo que Marilyn tenía el instinto y los reflejos de un poeta, pero le faltaba el control. ¿Tan necesario era ese control a quien participaba de una intensa verdad artística?
Debieran leerse estos poemas sobre las marca de agua de las dos hermanas secretas de la autora, Safo de Lesbos y Emily Dickinson, sin dejar de lado tampoco la poesía de la Bachmann. ¿Concederá la academia cuando menos el cuarto de hora warholiano a Norma Jeane? Probablemente no. El título inglés de la última película completa en que intervino -Vidas salvajes, de J. Huston, con guión de su entonces todavía marido-, es The Misfits, los inadaptados: una forma de cerrar la circunferencia. En un paso de su Poética Aristóteles postula la universalidad de la actividad del poeta situándola en lo optativo o desiderativo; no en lo que ha sucedido, que esas son aguas territoriales del historiador, sino en lo que podría suceder “y lo que es posible según lo que es verosímil o necesario”. No hay trama en Marilyn; hay fábulas, pero de otra vida diferente, una deseada y no tan destructiva.
Son todos elementos para el conocimiento mejor de una vida difícil -I am depressed with my whole life since I can remember-, también valerosa. Sus imágenes o metáforas son tonalmente monocordes -The sobs of life-, y si hay estilemas singularizadores están bien embebidos en el plano discursivo del habla cotidiana: statements para el lugar de las ausencias, de los miedos -el término fear aparece a menudo-. Un lema de Kerouac que la autora tiene que haber conocido podría funcionar como cifra de su proyecto vital, por lo menos en el deseo, manifiesto en bastantes de sus notas: No fear or shame in the dignity of yr [sic] experience, language & knowledge. Pero buena parte de lo que dejó en papel de hotel, tarjetas o sobres, en hojas sueltas o en los cuadernos están señalando sobre todo los bajíos: Oh damn I wish that I were/ dead - absolutely non existent -, escribe pronto (aunque también ha tenido buenos golpes de autoironía, como esta nota de 1955: I ask this question as a member of good standing of Borderline Anonymous). No ha estado lejos del abismo la actriz, a la que despreciaba una nación amarrada al puritanismo (es reveladora su conocida querencia por la Grushenka de Los hermanos Karamazov). Estuvo a la altura cuando acompañó a Arthur Miller a Washington, permaneciendo a su lado cuando ante el Comité de Actividades Antiamericanas éste se negó a dar nombres de miembros del Partido Comunista que conocía. Con cautela y como pidiendo perdón, en los poemas de la Monroe están en calidoscopio todas las funciones del lenguaje que propuso Jakobson, porque en ellos se expresa, se representa, se declara, se juega e incluso se suele pedir ayuda. El clasicismo norteamericano es un oxímoron para Bloom; lo que entre los Fragmentos podemos llamar poemas son americanamente anticlásicos, con frecuencia premiosos recuentos de carencias. ¿Y qué otra cosa son los fragmentos conservados de Safo, a todo esto?
Material utilizado
Aristóteles, Poética. Madrid: Taurus, 1987.
Bachmann, Ingeborg, Frankfurter Vorlesungen. Probleme zeitgenössischer Dichtung. Múnich / Zúrich: Piper, 1984.
Bloom, Harold, El canon occidental. Barcelona: Anagrama, 1995 (orig. de 1994).
Dickinson, Emily, Antología bilingüe. Madrid: Alianza 2015.
Gadamer, Hans-Georg, Poema y diálogo. Barcelona: Gedisa, 1993 (1992 el orig.).
Grasa, Luis, Marilyn Monroe. La diosa del sexo. Valencia: La Máscara, 1994.
Jakobson, Roman, Ensayos de poética. Madrid / México: FCE, 1977 (orig. francés de 1973).
Monroe, Marilyn, Fragmentos, ed. de S. Buchthal y B. Comment. Barcelona: Seix Barral, 2010.
Madrid, 30 de marzo de 2017
Propiamente Mortensen, puesto que quien con probabilidad alta fue su padre biológico era un californiano hijo de emigrantes noruegos.
Monroe (2010: 57).
Gadamer (1993: 104).
Ella habla de my poems en una nota del libro de datación difícil.
En realidad, parece que es parte de la letra de una canción compuesta por ella y que envió a un tal Burnside al término de una sesión de fotografías (y del episodio amoroso paralelo). No se encuentra en el volumen comentado aquí, pero figura en la red. Mucho antes que Miller ya había despertado Burnside en la actriz el gusto por la lectura, también de clásicos.
Marilyn (2010: 163).
Jakobson (1977: 249).
Dickinson (2015: 66).
Monroe (2010: 47).
Monroe (2010: 39).
Monroe (2010: 220 y ss.).
Bachmann (1984: 27).
Monroe (2010: 161).
Aristóteles (1987: 59).
Monroe (2010: 175).
Monroe (2010: 95).
Veo en la red que se encuentra en su Brief Technique of Modern Prose.
Monroe (2010: 41).
Monroe (2010: 109).
Bloom (1995: 526).